viernes, 7 de enero de 2011

GANDHI

Mirando hacia atrás uno se pregunta hasta qué punto la propia India comprendió a Gandhi y creyó en él. El mismo Tagore, uno de los mayores talentos de la India contemporánea, dudó del Mahatma y lanzó contra él la acusación con la que tan familiarizados estamos en Occidente. Para Tagore, la “no-cooperación” (con los británicos) no era más que negación, derrotismo y pasividad. Desde siempre, la principal y más persistente objeción a Gandhi ha sido la de que estaba anclado en el pasado. Se le acusa de no ver que la India no tenía otra alternativa que aceptar los valores y los métodos de Occidente con todo lo que ello implicaba, incluyendo el rechazo de lo que era más genuina y característicamente oriental.

Así, para Tagore, el rechazo a asistir a las escuelas del gobierno británico (que Gandhi había sugerido) no era más que una retirada a una especie de gueto hindú. Tagore creía que había que hacer todo lo posible para adquirir las técnicas y las actitudes del hombre occidental para, una vez adquiridas, volverlas contra el opresor. Ésta ha sido la forma entusiásticamente adoptada por la China comunista, por ejemplo.

La idea gandhiana era bastante distinta. Gandhi declaró que la “no-cooperación es una protesta contra la participación inconsciente en involuntaria en el mal”. En realidad, las instituciones del colonialismo no tenían como objetivo elevar y liberar a los indios. Por el contrario, “las escuelas del gobierno nos han acobardado, dándonos sólo desesperanza e impiedad. Nos han llenado de descontento, y no dándonos ningún remedio para él, nos han sumido en el mayor de los abatimientos. Han hecho de nosotros lo que ellos esperaban: oficinistas e intérpretes”.

Merton, Thomas. Gandhi y la no-violencia. Ediciones Oniro, S.A. España, 1998, pp 50-51.

¿Por qué comparto este fragmento, extraído de la obra de un religioso católico? (Thomas Merton es un intelectual católico que se ocupa en este libro en mostrar una selección de escritos hechos por Gandhi, en los que se explica su política de la no-violencia frente al colonialismo británico).

Por la cita final: “las escuelas del gobierno nos han acobardado, dándonos sólo desesperanza e impiedad. Nos han llenado de descontento, y no dándonos ningún remedio para él, nos han sumido en el mayor de los abatimientos. Han hecho de nosotros lo que ellos esperaban: oficinistas e intérpretes”; pues muchas veces he pensado en qué nos ha convertido el sistema educacional chileno, entre otras instituciones; sobre todo cuando me encuentro con profesionales mapuche que además de su apellido no parecen conservar nada de su identidad indígena.

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