jueves, 31 de marzo de 2011

MÁS SOBRE EL LLAMADO NGUENECHEN 3


Imagen: Sahumerio.
Fotografía: Erwin Quintupill. Saltapura 31.12.10


 En esta oportunidad comparto un extracto de un artículo escrito por Fray Melchor Martínez, publicado originalmente en 1806. Este personaje estuvo entre nosotros como misionero y desde esa condición se interesó por conocer sobre la vida espiritual de los mapuche de entonces. Entrega, también, información de las costumbres que observó. Fray Melchor Martínez, se inclina por considerar que Pillan no es un ser supremo y que probablemente sea una personificación de lo que ellos llaman “el Diablo”.

EL RELATO COMIENZA ASÍ:

El Reyno de Chile, descubierto y conquistado por el año de cuarenta y uno del siglo diez y seis, se halla hoy poblado, y dominado por los Españoles hasta el famoso rio llamado Biobio, que corre de Leste a Oeste, y está sito a los treinta y seis grados de latitud austral, pero desde este Rio hasta el Archipielago de Chiolé, a los cuarenta y dos de latitud, está habitado y poseído de los Indios naturales del país, que han sabido y podido conservar hasta el presente su antigua y natural libertad, a pesar de los valerosos y rapidos esfuerzos y guerras con que por mas de doscientos años casi continuos, o con cortos intervalos, han intentado los Reyes de España sujetarlos a su corona.

La Providencia Divina, incomprensible generalmente al entendimiento humano, en sus designios, nos presenta en este suceso un arcano que nos confunde y se nos haria increible si no lo tuvieramos a la vista, en la conservación de la libertad de estos barbaros, siendo constante que la conquista de estos naturales, que están todavía por conquistar, ha costado a los españoles mas sangre, mas guerras y mas caudales, y mas cuidados que todo lo restante de las Americas que posee el Rey de España.

Fray Melchor Martínez. La Iglesia y las Creencias y Costumbres de los Araucanos en Chile. Santiago de Chile, 1806. En Revista Relaciones, tomo IV, Sociedad Argentina de Antropología, 1944, pp 25.

A PRINCIPIOS DEL SIGLO 17

Cuando se descubrieron los indios de Chile, se hallaban todos en el grado mas remoto de la civilización, que es el de cazadores; pero, en la actualidad se deben considerar las dos Provincias de la cordillera y pie de la cordillera, en el de pastores, con toda propiedad; pues, no conocen otra ocupación que la guarda y cuidado de sus ganados, sin tener habitaciones fijas y permanentes, buscando siempre lugares que les proporcionen frutos silvestres, que es parte de su subsistencia, y pastos para sus ganados, en el que consiste su principal manutención.

Mas adelantados se hallan los de las tres restantes Provincias, aplicados y empleados, aunque con mucha limitación, ademas del pastoreo de sus ganados, al cultivo de las tierras, siembras de trigo, cebada, frijoles, maíz, habas, alberjas y otras semillas, ocupación que los constituye en el grado de labradores.

Estos cinco departamentos no tienen otra en que convenir mas que el idioma, que en todos es el mismo, con pequeñas variaciones en la pronunciación y en algunos terminos, pero, no reconocen gobierno comun que los una y ligue entre si, ni confederación o estatutos generales; ni cada una de las Provincias tampoco forma cuerpo particular, no teniendo cabeza suprema, ni leyes provinciales que los gobiernen y sujeten, antes bien, se hallan separados en muchas parcialidades o reducciones, que están bajo el mando (o mas bien diremos nombre) de un Cacique superior, a quien llaman Apo Guilmen, y este tiene algunos Caciques subalternos, que son cabeza de otras tantas familias o Parcialidades, que se contienen en aquella reducción, que sin duda en su origen debieron ser nueve, según lo expresa la voz Aillareque, que quiere decir nueve Rehues o Parcialidades, mas en el estado presente ya no existen en este pie, contándose en algunas reducciones catorce y dieciseis caciques, y en otras tres y cuatro.

Fray Melchor Martínez. La Iglesia y las Creencias y Costumbres de los Araucanos en Chile. Santiago de Chile, 1806. En Revista Relaciones, tomo IV, Sociedad Argentina de Antropología, 1944, pp 27-28.

…la particular circunstancia en estos de que hablamos, que nacieron, se criaron y viven en la mas perfecta libertad que se ha conocido jamás.

Fray Melchor Martínez. La Iglesia y las Creencias y Costumbres de los Araucanos en Chile. Santiago de Chile, 1806. En Revista Relaciones, tomo IV, Sociedad Argentina de Antropología, 1944, pp 29.

EL PILLAN DE LOS MISIONEROS

Los autores que han escrito historias de este Reino, y las gentes que tienen poco conocimiento de estos barbaros, suelen decir que el Pillán es la deidad de estos indios, pero, nosotros que tenemos experiencia, y razones mejor fundadas y averiguadas, sabemos que no es cierto.

Reconocen los indios al significado de esta palabra Pillán, por toda cosa que a ellos les parece sobrenatural, y así llaman Pillán al trueno, al relampago, al rayo, a la causa de los temblores de tierra, y a cualquiera otro fenómeno pavoroso que no alcanzan a conocer, pero, ellos no le adoran, ni tienen imágenes, ni culto, ni templos, ni Ministros, y ni lo reconocen por Hacedor y gobernador del Universo, ni le piden cosa buena.

Yo he procurado investigar con todo cuidado sobre este objeto, preguntando a los que entre ellos son más racionales, particularmente a los que son cristianos, dentro y fuera de la confesión; pero no saben dar mas razón, sino que el Pillán es un Ente que responde a sus adivinos, y les dice quienes son los Brujos, y cuando más les dá noticia de alguna cosa perdida o robada.

……

Algunos Misioneros son de parecer que este Pillán es el Diablo, a cuya opinión me inclino, sin asegurarlo, después que confesé algunas veces a un adivino que se hizo cristiano (entre otros muchos adivinos que se han convertido) y me refería apariciones de un ente, que por lo común no lo veía, aunque le hablaba, y solamente dos veces se le apareció en figura de India, y le decía que una persona era Bruja.

Esto no obstante, soy muy detenido y poco crédulo en estas materias, por las experiencias de otros muchos casos, que abundan entre estas Gentes, y son citados y creídos sin examen, ni crítica alguna.

También tiene alguna conección el nombre que dan a los volcanes, llamándolos Ruca Pillán, que quiere decir casa de Pillán, pero no sabemos si este nombre lo han aplicado después que los Misioneros les dieron noticia de lo que era Infierno y Diablo.

Fray Melchor Martínez. La Iglesia y las Creencias y Costumbres de los Araucanos en Chile. Santiago de Chile, 1806. En Revista Relaciones, tomo IV, Sociedad Argentina de Antropología, 1944, pp 29-30.

COMPARACIÓN

No se puede negar que el robo, la embriaguez y la ociosidad son vicios que tiene echadas raíces en estos Indios, pero siendo poco menos en aquellos Españoles, no conocen los primeros otras muchas y varias diferencias de pecado.

Algunas especies de lujuria, las intrigas y fraudes del comercio, las blasfemias y juramentos, el poco respeto a la Religion y a sus Ministros, el libertinaje y atrevimientos en materia de fé, con otros muchos vicios de lujo, que se ven en la vida civil, en la cual al mismo tiempo que son mayores las luces es tambien mas grande la malicia, no son conocidos entre estos Barbaros sencillos hasta que las introducen los Españoles.

Fray Melchor Martínez. La Iglesia y las Creencias y Costumbres de los Araucanos en Chile. Santiago de Chile, 1806. En Revista Relaciones, tomo IV, Sociedad Argentina de Antropología, 1944, pp 49.


martes, 22 de marzo de 2011

MÁS SOBRE NGUENECHEN 2


El siguiente extracto que les comparto fue tomado de Araucania i sus habitantes. Recuerdos de un viaje hecho en las provincias meridionales de Chile, en los meses de enero i febrero de 1845, escrito por Ignacio Domeyko y publicado en Santiago en el año 1846. Domeyko era en ese entonces “miembro de la Universidad de Chile” y “profesor del colejio de Coquimbo”. El texto consta de tres partes: la primera se aboca a describir la geografía del territorio ocupado por nuestros antepasados (“Situación física y naturaleza del país ocupado por los araucanos”); la segunda, a describir parte de nuestras costumbres (“Estado moral en que se hallan actualmente los indios araucanos, usos i costumbres”); y la tercera, a exponer un plan de ocupación de nuestro territorio y sus razones (“Causas que se oponen a la civilización de los indios araucanos, i medios que parecen ser más oportunos para la reducción de ellos”). Cito estos detalles para interesar a los lectores de este blog – particularmente a los jóvenes mapuche – a hurgar en estos documentos, pues en ellos podemos encontrar algunos elementos que explican nuestra actual situación. Pueden buscarlo en Internet o pedírmelo directamente.

Más adelante compartiré lo relacionado a la tercera parte del texto que presento, como también uno de Benjamín Vicuña Mackenna (1868) y otro de Cornelio Saavedra (1861). Por ahora, continuaré aportando lo referido al ámbito espiritual.

Finalmente, para Domeyko los antecedentes con que cuenta, a la fecha en que escribe, no le permiten deducir que los mapuche poseamos alguna divinidad o ser supremo.
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IGNACIO DOMEYKO: ARAUCANIA I SUS HABITANTES

No es por cierto fácil escribir sobre la moral de un pueblo, sin haber vivido con él i tomado parte en su buena i su mala suerte. No quisiera yo en esto entrar en la senda de aquellos escritores ambulantes, que al primer encuentro con un hombre tienen ya pronta una disertacion larga sobre su corazon i alma. Debe haber sobre todo mayor dificultad i escrúpulo de conciencia para un escritor, en cuanto a que para penetrar en el foco de la vida moral e intelectual de un pueblo, es preciso principiar por iniciarse en el secreto de sus creencias i supersticiones: fuente comun de que dimanan el carácter i la conducta moral del hombre.

A este respecto, cosas tan oscuras i contradictorias se han dicho sobre los Araucanos, ideas tan confusas e inciertas he oido emitir a los mismos misioneros que habian vivido entre ellos, que, segun mi concepto, nada se sabe de cierto i de seguro sobre la verdadera relijion que profesan.

Lo único que se sabe es, que carecen enteramente de culto, i por consiguiente de sacerdotes, de templos, de ídolos i de ceremonias relijiosas. Esta falta sin duda dió motivo a Ercilla para considerar a los Araucanos como

“Jente sin Dios, ni lei, aunque respeta
Aquel que fué del cielo derribado.”

Mas justo i profundo en sus investigaciones Molina, dice: “que ellos reconocen un Ente Supremo, autor de todas las cosas, al que dan el nombre de Pillan, que quiere decir espíritu por excelencia”- “que a mas de esto, creen en dioses subalternos, entre los cuales ocupa el primer lugar Cuecubú, ente maligno, autor de todos los males i de todas las desgracias”- “que a estos dioses no prestan ningun culto exterior, pero que creen en la inmortalidad del alma” etc.

En: Domeyko, Ignacio. Araucanía i sus habitantes. Imprenta Chilena. Santiago, 1846, p 38-39.

MÁS SOBRE EL LLAMADO NGUENECHEN 1


En la entrega anterior recurrí a Ricardo Latcham. En esta ocasión a Else María Waag (argentina) y a Ignacio Domeyko (chileno). Siempre con el propósito de entregar elementos básicos que sirvan para una reflexión y discusión en torno al tema de la espiritualidad, básicamente en la idea de esclarecer – si es posible – la existencia o no existencia de una divinidad o de varias en nuestro modo de ver, sentir e interpretar (cosmovisión).

A continuación lo que aporta Waag en un artículo llamado El ser supremo de los mapuche neuquinos, publicado en Revista Relaciones, Tomo IX, 1975, de la Sociedad Argentina de Antropología, y que me compartiera Germán Correa del grupo La Zaranda (visita en el último mingako cultural). En el artículo mencionado, Waag se refiere a los mapuche de la zona de Neuquen (Argentina) y concluye que el nombre del ser supremo entre nosotros es “secreto” o desconocido.

DE: “EL SER SUPREMO DE LOS MAPUCHE NEUQUINOS”

Tienen idea de un ser superior en cuanto creador de los seres y las cosas pero al que no rinden culto, como así tampoco a ningún otro ser sobrenatural, ni tienen imágenes a quienes adorar, por tanto no poseen un panteón organizado de deidades, ni disponen de templos para ceremonias religiosas colectivas, sino que para ellos existe, además de esta difusa deidad, un mundo poblado por diversas fuerzas o espíritus, algunos que les son favorables y otros desfavorables.

…………….

Los evangelizadores se vieron obligados a construir y utilizar un término que no existía en el vocabulario mapuche para expresar la noción cristiana de Dios y no se confundiera con los nombres de los atributos que se utilizaban para designar a la deidad: Pillañ, Elchen, etc.; pero que no reflejaban exactamente el concepto que querían introducir (Ver Latcham 1924: 833 y siguientes, Augusta, 1910: 243).

Nguenechen, que literalmente significa “el dueño de la gente”, “el que gobierna a la gente”, o “el dominador de la gente”, es la voz empleada por los misioneros para nominar a Dios en mapuche; al Dios cristiano que debían adorar. Además hay que tener en cuenta que la catequesis consistía en desterrar toda idea religiosa autóctona para ser reemplazada por la verdadera religión revelada, en una oposición dialéctica de paganismo-cristianismo. Es decir, había que instruirlos en la nueva religión en desmedro de sus propias convicciones y hacerlos creer y sentir que toda idea o experiencia religiosa, ajenas al dogma cristiano, era demoníaca. Los sermones del padre Valdivia constituyen testimonios muy evidentes sobre el particular .

En: Waag, Else María. El ser supremo de los mapuche neuquinos. Revista “Relaciones”. Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, 1975, pp 150-151.

EXTRACTO FINAL

Al finalizar su artículo Waag concluye que los mapuche “Todas las voces que se han analizado y se emplean para denominar a la deidad no son más que términos que designan los atributos que la califican y por medio de los cuales puede ser invocada o nombrada. Pero no se trata de una deidad innominada, sino que su auténtico nombre se guarda celosamente en secreto, sólo conocido por quienes están consagrados y jamás revelado a un extraño.

Así como hay prohibición para pronunciar el nombre del recientemente muerto, con más razón existe interdicción para el nombre de la deidad que es infinita potencialidad en posibilidad permanente.

Por el hermetismo que mantienen con respecto al término opuesto a “huecuvü”: lo demoníaco, esto es, a “lo santo”, cabe suponer que, si no se trata de la misma palabra que designa al ser supremo, por lo menos tendrá una raíz común. No se menciona por estar prohibido y muchos quizás no lo sepan, circunstancia por la cual cabría la posibilidad de que en un tiempo no muy lejano se habrá olvidado por completo, por lo menos en lo que respecta a las comunidades mapuche de Neuquén” (Waag 1975: 153-154).

En: Waag, Else María. El ser supremo de los mapuche neuquinos. Revista “Relaciones”. Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, 1975, pp 153-154.