domingo, 24 de julio de 2011

"Nosotros somos los pimeros chilenos"


Imagen: Peñi pariente en 5º Mingako Kultural.
Fotografía: Erwin Quintupill. Saltapura, febrero 2011.


“Nosotros somos los primeros chilenos”, escuché decir a uno de mis alumnos, mapuche igual que yo. Digo “igual que yo”, porque cuando llego a tocar el tema en clases, sus ojos adquieren un brillo especial y muestran claramente que tiene orgullosamente asumida su condición de mapuche; “igual que yo”; porque cuando leemos poemas de autores mapuche como parte de un ejercicio de comprensión lectora, muestra su entusiasmo por leer más, a pesar de su dificultad en comprenderlos; porque en el desarrollo de las clases, que han tratado de literatura oral, siempre ha mostrado entusiasmo y, porque en los momentos libres, algo hemos hablado de nuestras vidas en el lof de origen.

Aclaro que hablo de un tercer nivel básico de la educación de adultos.

LA POESÍA MAPUCHE EN EL AULA

Hemos leído varios poemas de autores mapuche: La Chica Melinao, de Salvador Mariman; La tórtola, de Lorenzo Aillapan; Para que nadie me mire, de Jacqueline Canihuan; 19, de Pedro Alonso Retamal; Se te advirtió que tengas cuidado, de Bernardo Colipan; un par de poemas sin título, de Cristian Antillanca; Mapurbe, de David Aniñir; entre otros. Todo con el propósito de introducirlos en el tema, pues una parte del programa de estudio propone el lenguaje poético como contenido obligatorio. También forma parte del material escogido por mí, algunos ejemplos de poesía tradicional chilena, y otros de autores chilenos ampliamente conocidos. El lenguaje de la poesía es uno de los más complejos de enfrentar por lo altamente subjetivo.

Los estudiantes del 3º nivel básico participan con cierto temor a equivocarse en sus apreciaciones; pero, con entusiasmo. La idea básica es dar la oportunidad de constatar que la poesía es algo más que temas románticos o, lo que es peor, algo más que asuntos de importancia menor. Cuando hicimos el diagnóstico, ellos dijeron que la poesía se relacionaba con lo romántico o con “leseras”. Una de las estudiantes – Cecilia – dijo eso, la gente dice que la poesía es una “lesera”.

Poco a poco van descubriendo que se trata de un lenguaje complejo; poco a poco van desarrollando el interés por escuchar algo nuevo. Puede que alguno/a se atreva en algún momento a intentar su propio poema. ¡Vaya uno a saber!

¿CHILENOS?

Pero, lo que me motiva a escribir este texto es la expresión utilizada que menciono al principio, “Nosotros, somos los primeros chilenos”, como una forma de reclamar respeto por la condición de mapuche. “Nosotros fuimos los primeros habitantes”, agregó este estudiante. La expresión la he escuchado de muchas personas – hombres y mujeres –.

Me he preguntado ¿cómo es que muchos mapuche han llegado a asumir esa expresión como válida?, cuando habemos otros que decimos “no somos chilenos, somos mapuche”. Las primeras veces que me expresé de ese modo tuve como respuesta la desaprobación. Algo así como “no weís, puh indio; si todos somos chilenos, y ustedes especialmente”. Como si ser mapuche fuera prehistoria o sobrenatural. Como si ser mapuche en pleno siglo XX – pues hablo de los años 80, cuando tenía poco más de veinte – significara incapacidad de comprender que hemos sido integrados, que hemos sido acogidos en ¿plenitud?. No niego el intento de unos pocos; pero, el Estado chileno no lo ha hecho jamás, sino que alguien lo demuestre. Como la historia no es mi especialidad, quizás me equivoque, pero me da la impresión que la única ocasión en que el Estado chileno mostró un acercamiento aceptable fue durante el gobierno de Allende. Si no fue así en los hechos, al menos habrá sido parte de los principios de esa política. Si alguien cree que las conversaciones organizadas por la CEPI, de principios de los 90, fueron algo parecido, se equivoca. Si alguien cree que la actual consulta a que convoca la CONADI significa lo mismo, se equivoca aún más.

Es momento, ahora y espero que no siempre, de insistir que ser mapuche implica saberse naturalmente diferente, que tenemos identidad fundada en la memoria colectiva; y que por ello, se nos hace necesario el reconocimiento de tales. No es que ser chileno sea peor que ser mapuche, aunque a veces dan ganas de verlo así, por los años y años de relegación, de xenofobia abierta, sino que – a pesar de los poco más de 100 años de sometimiento absoluto – seguimos conservando algo de nuestro modo de ser, de nuestro modo de ver. Y desde allí, surgen nuevos hombres y mujeres. La muestra son los muchos/as jóvenes que asumen su identidad y protagonizan un liderazgo significativo, también el numeroso contingente de escritores y los no pocos viejos que se niegan a morir sin transferir el espíritu de las antiguas movilizaciones.

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El diálogo con el estudiante fue, más o menos, el siguiente:

ESTUDIANTE: … nosotros somos los primeros chilenos.
PROFESOR: no estoy de acuerdo con esa expresión.
ESTUDIANTE: ¿Por qué profe, acaso nosotros no somos los primeros habitantes de este país?
PROFESOR: No se trata de eso. ¿Tienes alguna idea desde cuando existe Chile?
ESTUDIANTE: (Dudando) No sé.
PROFESOR: ¿No lo han visto en Estudios Sociales? (Pausa) ¿Sabes cómo se llamaba este lugar antes de que llegaran los españoles?
ESTUDIANTE: No. ¿Cómo se llamaba?
PROFESOR: No lo tengo claro. Hay más de una teoría, parece. Una de ellas – creo – dice que los incas le llamaban Chile a este lugar y que los españoles lo aprendieron de ahí. (Pausa) ¿Sabes desde cuando este país se llama Chile?
ESTUDIANTE: No.
PROFESOR: Desde que los criollos se emanciparon de los españoles. Eso fue en 1819, más o menos. En esa fecha se declara la existencia de la República de Chile. Antes no existía… Los antiguos nuestros llamaban Wajmapu a nuestro territorio, Todas las Tierras.
ESTUDIANTE: Sí, puh (dando a entender que está de acuerdo con la traducción)
PROFESOR: Del Atlántico al Pacífico. Por el norte, empezaba mucho más allá del Bío Bío…

En eso estábamos cuando nos encontró el timbre que nos convocaba a cambiar el tema. “Así era entonces”, escuché que comentaba para sí mismo; pero, no le pude prestar más atención.

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“Nosotros somos los primeros chilenos”. Otro engaño más que el Estado chileno nos ha metido en la cabeza. De ese modo, si nosotros somos los primeros, entonces, qué duda cabe: somos chilenos, también. Como si Chile existiera desde el principio de los tiempos. Como si Wajmapu fuera un sueño o una leyenda. De esa manera, nuestra identidad, nuestro ser mapuche, va siendo relegada por otra nacionalidad. Si somos todos chilenos, no tendría por qué haber reconocimiento al mapuche. Algo de eso, me imagino, forma parte de los argumentos del historiador Inostroza, importante figura de la historiografía chilena, muy considerado por los curriculistas que definen lo que se debe o no aprender en las escuelas chilenas.

Si un mapuche se considera primero chileno y después mapuche, no tiene mucho que aportar a nuestro histórico reclamo. Antes que todo estará su condición de chileno.

Con relación a la identidad, no se puede ser dos cosas al mismo tiempo. Se puede tener dos nacionalidades por una cuestión legal. Un español podrá ser también chileno, porque un decreto así lo dispone, previa verificación de que cumple con ciertas especificaciones; pero ese español, seguirá siendo antes que todo, español.

Nosotros tenemos la nacionalidad chilena, por haber nacido en el interior del territorio de la actual República de Chile; pero, si aceptamos esa nacionalidad antes que la mapuche ¿no estaremos olvidando a los que quedaron al otro lado de la Cordillera de los Andes? ¿no estaremos olvidando los trágicos hechos llamados Pacificación de la Araucanía y Campaña del Desierto?. No puedo olvidar que en el lado este del Wajmapu hay una gran cantidad de peñi y lamgen que son tan mapuche como yo y que comparten la misma realidad o - incluso - peor(1).

Ya vendrán otras conversaciones en torno a qué somos. Por ahora, debo dedicarme también a sobrevivir y a crear las instancias en que la palabra fluya, desde la memoria, para guiar nuestros proyectos de vida.

NOTA

(1) En el lado argentino, las familias mapuches fueron sacadas de su territorio, trasladadas como rebaños a sitios lejanos, en largas caminatas, y entregados los hombres, mujeres y niños – por separado – a terratenientes que los usaron como mano de obra. Las familias fueron separadas y usadas como fuerza de trabajo gratuita para el engrandecimiento de la República Argentina.

Al otro lado de la cordillera, los peñi dicen que los extranjeros recibieron un trato diferente. Mientras a nosotros se nos despedazaba, a los otros le regalaban parte del territorio que se nos arrebató y las herramientas necesarias para iniciar su explotación. A este lado de la cordillera, nuestros hogares fueron quemados, nuestros animales robados, nuestros sembrados quemados y… no digamos más.

Resentidos, dirán algunos. Yo prefiero decir que exigimos justicia real, nada de nuevo trato en la medida de lo posible, porque lo posible para los Estados chileno y argentino es inaceptable para cualquiera.

miércoles, 20 de julio de 2011

Sobre la necesidad de una Universidad Regional Estatal Mapuche

Me ha llegado por mail este artículo de Sergio que comparto con ustedes a través de un blog, pues aunque se trata del principio de una reflexión, me parece tremendamente valiosa. Hay muchos/as jóvenes mapuche deseando estudiar, queriendo especializarse probablemente con la intención de ser un aporte a su familia y a su lof; o en el mejor de los casos, pretenden ser un aporte para el desarrollo de nuestro pueblo.

Cuando emigré de Saltapura tenía 10,5 años. Cuando supe que debía partir, el dolor fue grande. Mi padre - como siempre - me habló de la importancia de continuar mis estudios y de llegar a ser profesional, para que de ese modo hiciera algo por "nosotros, los mapuche", me dijo. Él me decía que estábamos muy atrasados y que la educación nos permitiría salir adelante como mapuche. Así decía él, no hablaba de salir adelante como familia, sino como mapuche. Lo que mi padre no sabía es que el sistema educacional es una trampa para que nos alejemos de nuestra identidad. De lo contrario, observen a la mayoría de los/as que han llegado a ser profesional: vuelven a su lof sólo para visitar a la familia más cercana. De la familia amplia, ni hablar. Por otro lado, el Estado a través de sus instituciones hace todo lo posible para que los estudiantes mapuche estén dispersos, para que de ese modo no exista la posibilidad de reencontrarse con la memoria, con su identidad. El sistema de becas no considera - en absoluto - un programa que fortalezca nuestra condición mapuche y nos permita continuar con el proyecto de vida original (con identidad). Al final, la mayoría se awigka.

Entonces, sí necesitamos una universidad mapuche, para que nuestros peñi y lamgen se formen en conexión al contexto mapuche, sea este urbano y/o rural.


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Cuando fui dirigente estudiantil universitario me llamaba poderosamente la atención las normativas referentes a las universidades regionales, los párrafos que señalaban la misión de estas universidades: el desarrollo de la región. Siempre me pregunte quién era la región, en definitiva los mapuche no lo éramos, ya que si observábamos las mallas curriculares de las carreras de ingeniería, pedagogía, medicina o humanidades, no se hacía caso de la particularidad de los mapuche, por lo menos para aprender teóricamente de ellos. Ingresando a la vida laboral me di cuenta que el problema era más grave, la falta de teoría, metodología y práctica hacia los mapuche no existía de manera sistemática, todo se traducía a programa y proyectos pilotos, e improvisaciones en la diversas áreas que antes mencione.

Por ejemplo los ingenieros agrónomos y forestales se les educaban para trabajar con grandes predios, siendo que la realidad mapuche el promedio de tierra va entre los 0,5 a 3 hectáreas. El capital asignado por familia variaba entre 200 mil a 800 mil, mientras que los préstamos a grande predios eran varios millones. En pedagogía intercultural todavía no es posible llegar a curriculum que permita desarrollar estrategias de aprendizaje; al igual que en salud, solo tenemos modelos pilotos de atención. Si colocamos el caso de un ingeniero comercial, que sale preparado para trabajar con medianas y grandes empresas, le resulta complicado trabajar con empresas pequeñas, que justamente son las mayoritarias para el caso mapuche.

A ello hay que agregar que los sueldos para trabajar en la realidad mapuche son, por lo general, los más bajos. Agreguemos la especialización profesional, tampoco existen Magíster o Doctorados que corrijan o monitoreen esta situación, los modelos teóricos de interculturalidad siguen siendo vagos, ya que no existen líneas de investigación o bases para trabajar sistemáticamente estos temas. Un solo ejemplo, no tenemos estadísticas de qué se enferman los mapuche, con ello no tenemos los por qué y menos poder generar procesos de prevención que ayudarían a abaratar los gastos en salud.

Una Universidad Mapuche podría aportar a trabajar temas de desarrollo, combinando saberes ancestrales y científicos, pues en mi práctica investigativa existe la posibilidad de la complementación de saberes en distintos ámbitos, en pro del Desarrollo Mapuche, pues hasta la actualidad nos encontramos en una calidad de ciudadanos de segunda clase, sin posibilidad de decidir cómo desarrollarnos.


Sergio Caniuqueo Huircapan
Historiador.
Magíster © Estudios Latinoamericanos
Universidad de Chile

viernes, 1 de julio de 2011

WE XIPANTU


Imagen: Encuentro en Chaihuin.
Fotografía: Erwin Quintupill, febrero 2008


Más que buenos deseos, una invitación a reflexionar sobre lo que nos hace falta para sentirnos más cerca del trato digno que reclamamos desde siglos.

¿Cuántos encuentros?, ¿cuántos abrazos de we xipantu habrán sido dados en estas últimas horas? Es de esperar que muchos, y que se proyecten a los que no son mapuche o indígenas como nosotros. Darse un abrazo con un no mapuche con el que comparto mis sueños propios y comunes no deja de ser un hecho que reconforta el espíritu. Sin embargo, junto con lo anterior ¿cuántos abrazos no se habrán quedado en la pura intención? Alguien podrá decir que no le gustan los abrazos de we xipantu, porque le recuerdan aquellos del 1º de enero. Yo me digo que los abrazos son humanos y que si los antiguos no se abrazaban en este día (¿lo harían o no?), pues podemos abrazarnos del mismo modo que anoche me tomé un vino caliente con un amigo de por los lados a que la vida me trajo. Y si no nos abrazamos, pues tampoco es tan importante. Me refiero al gesto físico, no al espiritual.

Unos sobrinos míos habían proyectado reunirse en casa con algunas amistades y parientes, y algo les falló. Podemos reunirnos en poco tiempo más, me dijo uno de ellos, por el hilo invisible del teléfono. Yo sé que no será lo mismo; pero, es menos peor para el momento. Y llegado el día será reconfortante. Reirá nuestro interior, junto a lo demás.

Nosotros, podríamos decir – con justa razón – que no sólo de tierra vive el hombre y la mujer; pero, todos queremos lo necesario, nada más.

En mi caso, anoche antes de iniciar la clase, les dije, a los estudiantes con que trabajo que lamentaba no poder estar con los míos en esas horas, que es verdad que en lugar de estar con ellos prefería estar en casa por esa noche. Me escucharon tranquilos. Les pregunté, ¿recuerdan lo que ocurre en las horas previas en que ustedes celebran la llegada de un nuevo año, allá por el 31 de diciembre? Todo se paraliza temprano o casi todo, la gente trabaja hasta el mediodía, la mayoría dispone de tiempo para llegar a sus hogares y compartir. Entre nosotros, los indios de carajo, habemos un montón que no podremos estar en esta noche con los nuestros, una vez más. Para nosotros el trabajo no se detiene.

Para nosotros no existe el derecho de encontrarnos o de celebrar junto a la familia como tradicionalmente ha sido, porque eso de las celebraciones masivas es un invento moderno, en parte resultado del trabajo de las organizaciones comunitarias de ciudad, por otra parte, del entusiasmo concertacionista por incluir a los pueblos indígenas en la fiesta del retorno a la democracia perdida, aunque imagino que ellos prefieren decir a “los hermanos mapuche, pues al igual que nosotros también son chilenos” y etc… El descaro es hermana de la insensibilidad, de la ignorancia, del egoísmo y de otras porquerías. Olvidan su herencia, les falta la memoria; aunque según ellos, no; porque si no “miren eso de la Comisión del Nuevo Trato”. De todos modos, las celebraciones colectivas “igual” me parecen bien. Pero, no por ello, dejaré de hacer notar y de reclamar - si la circunstancia lo permite - mi derecho a estar en familia, aunque en ese sitio por diferentes motivos ya no esté toda la familia.

Una vez más me quedo en silencio frente a la imposibilidad de comunicarnos.

Ya sé que no es responsabilidad de todos los chilenos; por eso y mucho más, sepan hermanos – todos/as – que han estado en mi pensamiento o mejor dicho en mi memoria en esta noche y en este día. También vagaron en el interior de mi cerebro los prisioneros y los que partieron. Estos últimos sabemos, parten y se quedan. Eso es parte de ese “misterio” nuestro, tan nuestro, a pesar de tanto cristianismo y otros “ismos” aleteando estrepitosamente a nuestro rededor o en el interior de muchos/as.

Así son las cosas. Estuve escuchando canciones antiguas (kuyfike vl) – anoche – y blues de Howlin’ Wolf. También conversando. Y abrazado por el calor de la leña que a tantos le falta. Un poco antes estuve saboreando el cariño de una amistad que se preocupó de hacerme llegar algo de mvlxvg (catuto), xufken kofke (tortilla), yiwiñ kofke (sopaipillas) y algo de carne. Todo lo compartí con otro amigo que llegó cerca de la medianoche. (Ninguno de ellos es mapuche como yo). Hubo un momento en que me preguntó ¿cuánto tiempo se supone que ha transcurrido desde la mirada mapuche? Le respondí, que hay un peñi que ha trabajado en la investigación del calendario y que estaríamos por los 12 mil y más. Se quedó mirando hacia su interior, hacia algún tiempo de su propia historia y permaneció en silencio largamente.

Un día de estos volveré a casa de nuevo e iré al cementerio para hablar con la brisa que viene del otro lado del mar. No los olvido, ni a ellos ni a ustedes.

24 de junio de 2011

** Les dejo una selección de buenos poemas de autores mapuche, para disfrutar en este principio de ciclo, en: http://poesiamapuche.blogspot.com. Que bien les haga.