martes, 22 de marzo de 2011

MÁS SOBRE EL LLAMADO NGUENECHEN 1


En la entrega anterior recurrí a Ricardo Latcham. En esta ocasión a Else María Waag (argentina) y a Ignacio Domeyko (chileno). Siempre con el propósito de entregar elementos básicos que sirvan para una reflexión y discusión en torno al tema de la espiritualidad, básicamente en la idea de esclarecer – si es posible – la existencia o no existencia de una divinidad o de varias en nuestro modo de ver, sentir e interpretar (cosmovisión).

A continuación lo que aporta Waag en un artículo llamado El ser supremo de los mapuche neuquinos, publicado en Revista Relaciones, Tomo IX, 1975, de la Sociedad Argentina de Antropología, y que me compartiera Germán Correa del grupo La Zaranda (visita en el último mingako cultural). En el artículo mencionado, Waag se refiere a los mapuche de la zona de Neuquen (Argentina) y concluye que el nombre del ser supremo entre nosotros es “secreto” o desconocido.

DE: “EL SER SUPREMO DE LOS MAPUCHE NEUQUINOS”

Tienen idea de un ser superior en cuanto creador de los seres y las cosas pero al que no rinden culto, como así tampoco a ningún otro ser sobrenatural, ni tienen imágenes a quienes adorar, por tanto no poseen un panteón organizado de deidades, ni disponen de templos para ceremonias religiosas colectivas, sino que para ellos existe, además de esta difusa deidad, un mundo poblado por diversas fuerzas o espíritus, algunos que les son favorables y otros desfavorables.

…………….

Los evangelizadores se vieron obligados a construir y utilizar un término que no existía en el vocabulario mapuche para expresar la noción cristiana de Dios y no se confundiera con los nombres de los atributos que se utilizaban para designar a la deidad: Pillañ, Elchen, etc.; pero que no reflejaban exactamente el concepto que querían introducir (Ver Latcham 1924: 833 y siguientes, Augusta, 1910: 243).

Nguenechen, que literalmente significa “el dueño de la gente”, “el que gobierna a la gente”, o “el dominador de la gente”, es la voz empleada por los misioneros para nominar a Dios en mapuche; al Dios cristiano que debían adorar. Además hay que tener en cuenta que la catequesis consistía en desterrar toda idea religiosa autóctona para ser reemplazada por la verdadera religión revelada, en una oposición dialéctica de paganismo-cristianismo. Es decir, había que instruirlos en la nueva religión en desmedro de sus propias convicciones y hacerlos creer y sentir que toda idea o experiencia religiosa, ajenas al dogma cristiano, era demoníaca. Los sermones del padre Valdivia constituyen testimonios muy evidentes sobre el particular .

En: Waag, Else María. El ser supremo de los mapuche neuquinos. Revista “Relaciones”. Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, 1975, pp 150-151.

EXTRACTO FINAL

Al finalizar su artículo Waag concluye que los mapuche “Todas las voces que se han analizado y se emplean para denominar a la deidad no son más que términos que designan los atributos que la califican y por medio de los cuales puede ser invocada o nombrada. Pero no se trata de una deidad innominada, sino que su auténtico nombre se guarda celosamente en secreto, sólo conocido por quienes están consagrados y jamás revelado a un extraño.

Así como hay prohibición para pronunciar el nombre del recientemente muerto, con más razón existe interdicción para el nombre de la deidad que es infinita potencialidad en posibilidad permanente.

Por el hermetismo que mantienen con respecto al término opuesto a “huecuvü”: lo demoníaco, esto es, a “lo santo”, cabe suponer que, si no se trata de la misma palabra que designa al ser supremo, por lo menos tendrá una raíz común. No se menciona por estar prohibido y muchos quizás no lo sepan, circunstancia por la cual cabría la posibilidad de que en un tiempo no muy lejano se habrá olvidado por completo, por lo menos en lo que respecta a las comunidades mapuche de Neuquén” (Waag 1975: 153-154).

En: Waag, Else María. El ser supremo de los mapuche neuquinos. Revista “Relaciones”. Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, 1975, pp 153-154.

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