domingo, 27 de febrero de 2011

COMENTARIO E INVITACIÓN SOBRE LO DIVINO Y LO HUMANO


Imagen: Reunión de familia posterior a gijatun
Fotografía: Erwin Quintupill. Saltapura 19.12.10



Imagen: Sahumerio
Fotografía. Erwin Quintupill. Saltapura 31.12.10

A continuación les comparto textos de Ricardo E. Latcham que fueron extraídas ‘de los capítulos centrales de la obra: “La organización social y las creencias religiosas de los antiguos araucanos”, publicada en el Tomo III, Nº 2, 3 y 4 de las “Publicaciones del Museo de Etnología y Antropología de Chile”, Santiago, Imprenta Cervantes, 1924.

Los fragmentos seleccionados por mí pertenecen a ese extracto que se publicara con el nombre de “La Religión de la Antigua Tierra de Chile” (Ediciones Kushe, Concepción, Chile, 2001.

¿Por qué me preocupan estos temas? Por varios motivos, pero, principalmente porque puedo observar una tremenda confusión. Hace unas pocas semanas, tuvimos en casa un gijatun familiar, que es similar al comunitario con la diferencia que en éste participa la familia afectada y sus invitados (algunos cercanos: familiares y amistades), y se inicia por la mañana y finaliza en la tarde del mismo día. En esta ocasión nos reunimos alrededor de 25 personas.

La cuestión es que por la noche, cuando todo había concluido, algunos de mis hermanos/as comentaron que “la bendición de la maci había estado muy bonita” o algo así; pero, el hecho es que emplearon la palabra bendición para referirse al momento del cierre del gijatun. Les comenté que no se trataba de eso, porque la bendición es un concepto cristiano y tiene sentido sólo al interior de esa cultura, que el gijatun que habíamos realizado no tenía nada de cristiano, aún cuando la maci haya tenido un pasado activo en una de sus iglesias; por último que la palabra bendición no existe en el mapuzugun. Me clavaron con sus miradas – algunos de ellos/as – y me respondieron con una pregunta, “entonces, ¿qué es?”.

Pasé a explicarles que todas las culturas antiguas tenemos palabras de agradecimiento hacia la naturaleza para el instante en que se finaliza un ritual, una rogativa (en castellano), que los aymara y otros tipo de mapuche hacen lo mismo, en su idioma, dirigiéndose a “su espacio”. (Con este “su espacio” me refiero también al tiempo, a la historia; porque, los pueblos originarios o indígenas o indios de carajo nos alimentamos de la memoria). Les comenté que esta parte final de todo tipo de gijatun, en cualquier cultura indígena u originaria o de indios de carajo existe desde mucho antes que los cristianos llegaran a nuestro territorio, que esto que ellos llamaban “bendición” no es aporte cristiano y que por eso no podemos asignarle ese nombre, porque lleva a la confusión, y que por eso un montón de “ologos” han ido escribiendo que los mapuche tenemos dios o dioses, y que los curas – en particular – encontraron muy bueno que hablaran así, porque de ese modo tenían – además – fundamentos científicos para hacer creer – sobre todo a nosotros – de que el “dios mapuche” y el cristiano son lo mismo. Esta conversación no pudo continuar, porque mis hermanos – todos mayores que yo – guardaron silencio.

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Lo de más arriba fue escrito a principios de enero. Ahora, estamos finalizando febrero.

Posteriormente, he vuelto a estar con mis hermanos. Ahora estuvimos todos en un reencuentro al que los invité en torno a la figura de nuestros padres. La actividad se realizó paralelamente al 5º Mingako Kultural, pues era mi propósito compartirlo con ellos y su descendencia (la que llegara). En algún momento, de los tres días compartidos, apareció el concepto de Nguenechen (según los “ologos”). Una de mis hermanas lo mencionaba como dios mapuche, diferente al cristiano. Nguenechen: así también lo aprendí en mis tiempos de máxima juventud, en los años 70 y 80. En ese tiempo lo único que me llamó la atención es que nunca lo había escuchado en mi lof de origen, ni a mis padres ni a ninguna otra persona mayor.

Recuerdo haber leído las Lecturas Araucanas de Fray Félix de Augusta y a Wilhem de Moesbach, y a varios más, en las pequeñas bibliotecas que algunas amistades habían logrado salvar. También en la Biblioteca de la Universidad de Concepción encontré material suficiente para mi insaciable hambre de saber. (Mis padres me pusieron en contacto con la escritura y la lectura cuando tenía cerca de los seis años de edad, y posteriormente me matricularon en la escuela del lugar). En todos los textos que abordé, aparecía el concepto Nguenechen, escrito de ese modo o parecido; sin embargo, cada vez que regresaba a casa no encontraba esa palabra entre los míos. (Si papá y mamá la conocían, lo ignoro. Ellos habían sido llevados muy niños hasta la Misión de Boroa para evangelizarlos e iniciarlos en el proceso de chilenización.)

Más adelante me fui a la lectura de crónicas antiguas. Por cierto, también La Araucana de Ercilla. Lo que me llamó la atención es que ninguno de ellos menciona a este Nguenechen. La mayoría dice que los mapuche de entonces adoran al Pillán, y lo identifican con su demonio. Estamos hablando de los siglos 17, 18, 19.

Invito a mis parientes y amigos/as a buscar en los textos del pasado alguna respuesta o aproximación a la respuesta a nuestras preguntas fundamentales. Los profesores de siempre han enseñado a creer en la retórica ajena, en las “palabras floridas”. Los profesores – instrumentos de un Estado que quiere que las cosas permanezcan sustancialmente donde mismo – enseñaron/an el conformismo y la falta de curiosidad, el desamor por la investigación. Al final de cuentas, en un país que se dice cristiano, en su Dios están todas las respuestas, y si usted se muere sin haberse preguntado o sin haber tenido las respuestas, no importa; es suficiente con creer.

Los invito a rescatar la memoria perdida, aquello que todos los regímenes han combatido en nosotros los indios de mierda o como nos quieran llamar. Los mapuche existimos satisfactoriamente en la medida que no perdemos la memoria, y la conversación (oralidad) es el vehículo por donde viaja.

Finalmente, agradeceré cualquier texto antiguo que me puedan compartir

3 comentarios:

  1. Estimado Erwin: me parece muy interesante el trabajo de desentrañar el significado de Nguenechen, buscando por ahí me encontré una publicación de la médico-antropóloga Argentina Else María Waag, que está en la revista Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología,tomo IX, 1975, pag 147, que apunta en el mismo sentido que tu indicas y de la cual transcribo literalmente el siguiente estracto:

    Nguenechen, que literalmente significa “El dueño de la gente”, “El que gobierna a la gente”, o “el dominador de la gente”, es la voz empleada por los misioneros para nominar a Dios en Mapuche; al Dios cristiano que debían adorar. Además hay que tener en cuenta que la catequesis consistía en desterrar toda idea religiosa autóctona para ser reemplazada por la verdadera religión revelada, en una oposición dialéctica del paganismo-cristianismo. Es decir había que instruirlos en la nueva religión en desmedro de sus propias convicciones y hacerlos creer y sentir que toda idea o experiencia religiosa, ajenas al dogma cristiano, era demoníaca. Los sermones del padre Valdivia constituyen testimonios muy evidentes sobre el particular. De modo que Nguenechen, en cuanto término utilizado para designar un nuevo concepto de deidad, por ser algo alóctono, impuesto por representantes de una cultura invasora, muy agresiva y prepotente, para nombrar a un Dios que les era desconocido, no pudo ser interpretado en su verdadera significación por los nativos, puesto que le dieron un sentido opuesto asociándolo a la idea de Diablo, también introducida por los evangelizadores. Es decir los Mapuche revierten sobre los misioneros lo que estos querían que aceptara sin crítica. Por tanto no se logra sustituir el concepto de Dios primitivo por el cristiano, sino que la intromisión de este nuevo concepto resquebraja la unidad en opuestos para polarizarse en dos potencias en contradicción.

    Saludos

    Germán Correa Hidalgo

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  2. Gracias Erwin por venir buscando verdades respecto d la religiosidad mapuche. Tuve dudas del nombre de Nguenechén porque cuando chico siempre supe el nombre de Pillán,pero caí en la trampa e incluí a Nguenechen en varias de mis canciones, ahora por tu culpa tengo el problema de como hacerlo desaparecer de mi canto.

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  3. Lamento que exista esa noción tan estrecha de chilenidad que no permita reconocer los elementos nativos dentro de ella. Recordemos que los primeros que llevaron el nombre de chilenos no fueron los españoles nacidos en Chile (criollos) si no los indígenas. Ahora, estaría muy orgulloso de mi país si algún día la cultura mapuche fuera enseñada como en Paraguay, donde el guaraní se enseña junto con el español.
    Hay elementos constantes en la religión mapuche como es el de la dualidad armónica. Es probable que el hecho que la religiosidad mapuche no se enfocara en la adoración de un Dios o de dioses haya hecho creer que se trataba de una sociedad atea, o quizás si lo sea, alguna forma de religión sin dioses. El énfasis de la religiosidad mapuche lo podemos ver en orden del cosmos, de la naturaleza, en la constante armonía de lo existente. En el admapu (az-mapu) podemos ver una serie de normas que vayan contra la armonía del cosmos, y justamente muchas tradiciones mapuches son mas que nada referente hacia como respetar ese orden eterno. Esta armonía esta compuesta por contrarios que mantienen el equilibro (Similar al tao (Gaston Soublette a estudiado el tema en cuestión y encontrado interesantes similitudes entre el sistema filosófico chino y la sabiduría mapuche )). Entonces podríamos llamar a esto “dualidad armónica”.
    El Pillan, según escribe Ziley Mora Penrose, tiene relación con la pülli, con el am o sea aquellos que podríamos considerar como el “alma” (claro esta que son concepciones diferentes pero bueno es la palabra que en el idioma castellano mas se le acerca) y considera al Pillan como aquella alma mas refinada aquella que alcanzado un grado de evolución mayor, tanto asi que llega a ser una verdadera potestad de los cielos, de las montañas etc. Eso explicaría por el Pillan algunas veces sele ubica en determinado lugar, conocido es el volcán Llaima justamente por considerarse morada del, o mas bien de un, Pillan.

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