sábado, 14 de mayo de 2011

Y NADA MÁS… POR AHORA


Ciertamente cada uno de nosotros, de acuerdo a su experiencia de vida – a sus circunstancias – puede creer o no en la existencia de divinidades que “controlan” nuestra existencia; sin embargo, para mí ellas no logran responder mis preguntas esenciales. Esto me viene ocurriendo desde los 14 años, época en la llegué a la conclusión que digo. Antes de esa fecha no tenía ninguna tranquilidad al respecto.

Eran tantas las preguntas que me hacía y que no encontraban respuesta, ni entre las gentes ni en las divinidades que me habían presentado. Posteriormente, - en parte - la cuestión no ha cambiado: Las divinidades no me han respondido nada.

Respecto al llamado Nguenechen, todo da para pensar que es un invento cristiano católico en su afán por conquistar nuestra espiritualidad, asunto en el que no han dejado de porfiar, pues en la actualidad observo – aún – el empeño de apropiarse de lo nuestro. De nuestro wexipantu, por ejemplo.

Hace un par de años vi, en El Diario Austral de Temuco, la noticia de que una iglesia o parroquia – no recuerdo bien – de Temuco, se aprestaba a realizar la celebración de - lo que en otro tiempo, ellos, porfiadamente quisieron transformar en la cristiana noche de San Juan – nuestro wexipantu.

Nuestra tradición es porfiada y gracias a ello y al trabajo político de muchos/as – en la década del 80 – resurge la celebración del wexipantu, desde una perspectiva para nada cristiana. En buena hora. La iglesia católica o una parte – la más poderosa – de ella no detiene su tarea evangelizadora que ningún mapuche con la identidad intacta les solicitará jamás, por eso no pierde oportunidad para apropiarse de esta fecha significativa. ¿cómo va a ser esto de que los peñis no crean en Dios, no tengan Dios?

Hace unos años trabajé en un colegio cristiano. Fui contratado aún sabiendo mi empleador mi condición de hereje. En muchas ocasiones conversamos sobre la fe, la evangelización cristiana en el continente y entre nosotros los mapuche y de un cuanto hay o había. Un día me di cuenta que el pastor – mi jefe –, a pesar de todo, guardaba la esperanza de que me acercara a su religión, y le hice las siguientes preguntas: ¿es que nosotros los indios de carajo, éramos infelices antes de que llegara el sacrosanto cristianismo? ¿crees tú, de verdad, que estábamos incompletos, por decirlo de alguna manera? ¿acaso no tenemos – los indígenas – una rica vida espiritual? ¿para qué querría yo ser cristiano, si el cristianismo no me ofrece nada que ya no tenga? ¿crees tú que sería mejor profesor, mejor compañero? ¿no es eso, acaso, lo que intento a diario desde mi propio modo de ver el mundo? Mi amigo de esos tiempos – recién iniciándose la transición a la democracia que lejos se encuentra – sonreía afable como acostumbraba, pero con sinceridad. Él es un hombre de fe y confiable, hasta donde recuerdo

Ustedes juzguen y procedan, según el tipo de conciencia que hayan logrado formarse en cien y tantos años de “dominación absoluta” o de invasión chilena.

Para mí, nuestros antiguos tenían una forma de ver el mundo que ha ido modificándose con el paso de los años. En la actualidad, asistimos a una realidad confusa; de ahí, entonces, que me he propuesto exponer este asunto. ¿En qué creyeron exactamente? No lo sé. La memoria es fuerte y frágil. Las generaciones post invasión se han ido muriendo con una carga de vergüenza desconocida y han guardado en su memoria una parte importante del conocimiento. Consecuencia, sin duda, de la obra constructora de la institucionalidad chilena, con el ¿beneplácito?, no, con la complicidad explícita de la cristiandad chilensis. Para mal nuestro, nos han estado matando la memoria. Para bien nuestro, las nuevas generaciones la están reclamando. La memoria es porfiada, como las aguas, como cada componente del cosmos.

Finalmente, mi propósito al crear este blog no es otro que generar una conversación entre aquellos/as que lo sigan. No pretendo convencer a nadie. Cada hombre y cada mujer debe esforzarse en generar las condiciones para ser autónomo/a de pensamiento y de acción. El reclamo de autonomía – en mi opinión – no pasa única y exclusivamente por la reivindicación territorial, sino que principalmente por la reivindicación cultural, de pensamiento y de acción, repito. Si me equivocara es porque – humanamente – existe esa posibilidad.

El tiempo de “descansar” se aproxima cada día más y un hombre – pienso – debe darse el derecho a hablar. Quedará – con toda seguridad – el misterio de lo que inexplicablemente ocurre en nuestro mundo; como por ejemplo, la desaparición de las vísceras del chancho sacrificado durante el machitun de mi tía Rosa, en la breve concavidad de tierra húmeda en un menoko cercano a su hogar, o la “carrera” realizada entre la machi Luisa y el viejo Pascual, en presencia de todos los asistentes a otro machitún.

Hay mucho que pensar.

Imagen: Respaldo de cama (detalle). Trabajo de Lino Raguileo.
Fotografía: Erwin Quintupill. Saltapura, enero 2009.

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