viernes, 1 de julio de 2011

WE XIPANTU


Imagen: Encuentro en Chaihuin.
Fotografía: Erwin Quintupill, febrero 2008


Más que buenos deseos, una invitación a reflexionar sobre lo que nos hace falta para sentirnos más cerca del trato digno que reclamamos desde siglos.

¿Cuántos encuentros?, ¿cuántos abrazos de we xipantu habrán sido dados en estas últimas horas? Es de esperar que muchos, y que se proyecten a los que no son mapuche o indígenas como nosotros. Darse un abrazo con un no mapuche con el que comparto mis sueños propios y comunes no deja de ser un hecho que reconforta el espíritu. Sin embargo, junto con lo anterior ¿cuántos abrazos no se habrán quedado en la pura intención? Alguien podrá decir que no le gustan los abrazos de we xipantu, porque le recuerdan aquellos del 1º de enero. Yo me digo que los abrazos son humanos y que si los antiguos no se abrazaban en este día (¿lo harían o no?), pues podemos abrazarnos del mismo modo que anoche me tomé un vino caliente con un amigo de por los lados a que la vida me trajo. Y si no nos abrazamos, pues tampoco es tan importante. Me refiero al gesto físico, no al espiritual.

Unos sobrinos míos habían proyectado reunirse en casa con algunas amistades y parientes, y algo les falló. Podemos reunirnos en poco tiempo más, me dijo uno de ellos, por el hilo invisible del teléfono. Yo sé que no será lo mismo; pero, es menos peor para el momento. Y llegado el día será reconfortante. Reirá nuestro interior, junto a lo demás.

Nosotros, podríamos decir – con justa razón – que no sólo de tierra vive el hombre y la mujer; pero, todos queremos lo necesario, nada más.

En mi caso, anoche antes de iniciar la clase, les dije, a los estudiantes con que trabajo que lamentaba no poder estar con los míos en esas horas, que es verdad que en lugar de estar con ellos prefería estar en casa por esa noche. Me escucharon tranquilos. Les pregunté, ¿recuerdan lo que ocurre en las horas previas en que ustedes celebran la llegada de un nuevo año, allá por el 31 de diciembre? Todo se paraliza temprano o casi todo, la gente trabaja hasta el mediodía, la mayoría dispone de tiempo para llegar a sus hogares y compartir. Entre nosotros, los indios de carajo, habemos un montón que no podremos estar en esta noche con los nuestros, una vez más. Para nosotros el trabajo no se detiene.

Para nosotros no existe el derecho de encontrarnos o de celebrar junto a la familia como tradicionalmente ha sido, porque eso de las celebraciones masivas es un invento moderno, en parte resultado del trabajo de las organizaciones comunitarias de ciudad, por otra parte, del entusiasmo concertacionista por incluir a los pueblos indígenas en la fiesta del retorno a la democracia perdida, aunque imagino que ellos prefieren decir a “los hermanos mapuche, pues al igual que nosotros también son chilenos” y etc… El descaro es hermana de la insensibilidad, de la ignorancia, del egoísmo y de otras porquerías. Olvidan su herencia, les falta la memoria; aunque según ellos, no; porque si no “miren eso de la Comisión del Nuevo Trato”. De todos modos, las celebraciones colectivas “igual” me parecen bien. Pero, no por ello, dejaré de hacer notar y de reclamar - si la circunstancia lo permite - mi derecho a estar en familia, aunque en ese sitio por diferentes motivos ya no esté toda la familia.

Una vez más me quedo en silencio frente a la imposibilidad de comunicarnos.

Ya sé que no es responsabilidad de todos los chilenos; por eso y mucho más, sepan hermanos – todos/as – que han estado en mi pensamiento o mejor dicho en mi memoria en esta noche y en este día. También vagaron en el interior de mi cerebro los prisioneros y los que partieron. Estos últimos sabemos, parten y se quedan. Eso es parte de ese “misterio” nuestro, tan nuestro, a pesar de tanto cristianismo y otros “ismos” aleteando estrepitosamente a nuestro rededor o en el interior de muchos/as.

Así son las cosas. Estuve escuchando canciones antiguas (kuyfike vl) – anoche – y blues de Howlin’ Wolf. También conversando. Y abrazado por el calor de la leña que a tantos le falta. Un poco antes estuve saboreando el cariño de una amistad que se preocupó de hacerme llegar algo de mvlxvg (catuto), xufken kofke (tortilla), yiwiñ kofke (sopaipillas) y algo de carne. Todo lo compartí con otro amigo que llegó cerca de la medianoche. (Ninguno de ellos es mapuche como yo). Hubo un momento en que me preguntó ¿cuánto tiempo se supone que ha transcurrido desde la mirada mapuche? Le respondí, que hay un peñi que ha trabajado en la investigación del calendario y que estaríamos por los 12 mil y más. Se quedó mirando hacia su interior, hacia algún tiempo de su propia historia y permaneció en silencio largamente.

Un día de estos volveré a casa de nuevo e iré al cementerio para hablar con la brisa que viene del otro lado del mar. No los olvido, ni a ellos ni a ustedes.

24 de junio de 2011

** Les dejo una selección de buenos poemas de autores mapuche, para disfrutar en este principio de ciclo, en: http://poesiamapuche.blogspot.com. Que bien les haga.

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